Una “Loca” se ha colado en nuestras
casas: la televisión
Por:
Sandra Campos*/ Tomado de Caja de Herramientas/ Bogotá. Alguna vez usted ha
seguido las siguientes instrucciones:
1.-
Conecte la tele y enciéndela.
2.-
Conecte a su hijo/ a la tele y apáguelo.
3.-
Respire tranquilo/ todo esta bajo control.
La televisión: una "loca deliciosa" a la cual hay que poner bajo control a toda hora. |
El
otro día fui a recoger a mi hija a casa de unos amigos suyos (en casa aunque
tenemos tele, no tenemos el hábito de verla) y me llamó la atención como los
niños, miraban la tele con la boca casi abierta y la mirada un poco ida, llamé
a mi hija por su nombre para decirle que marchábamos y reaccionó lentamente
como un zombie con los ojos un poco a lo Bugs Bunny de mi época, musitando,
lentamente y en tono bajo
—Ya
vaaaaaaaaaaaa maaaaamaaaaaaaaaá— estaba en pleno proceso de indigestión de
imágenes y mensajes que se iban archivando en su memoria, sin que ella se diera
cuenta.
La
televisión se nos ha vendido como el non pus ultra de las actividades del ocio,
de relajación barata y sin salir de casa. De hecho una persona promedio en EUA
llega a los 60 años de los cuales ha pasado 15 conectado a una tele, o sea 15
años desconectado de la vida. ¡Uy!... y esto se repite de manera similar en
diferentes lugares del planeta.
Pero
¿sabe usted qué pasa mientras está ocioso y relajado frente a la pantalla? Se
lo explicaré muy superficialmente: mientras usted mira la televisión su
actividad pensante normalmente se va disminuyendo, provocando largos ratos en
que nuestra mente no genera ningún tipo de pensamiento. ¡Qué bien eso!, ¿no?
Nos liberamos de todos, de nosotros mismos, de la crisis, de los problemas del
día…pero ¿a qué precio? ¿Lo sabe?
Su
mente está inactiva, en el sentido de que no está produciendo pensamientos
propios, y está absorbiendo pensamientos e imágenes de forma pasiva y continua.
Esto introduce un estado pasivo de trance, de susceptibilidad intensificada,
que se parece al de la hipnosis. Por eso se presta a la manipulación de la
opinión pública. Los anunciantes lo saben y pagan millones por pillarlo en ese
estado de inconsciencia receptiva.
Al
igual que las drogas, la televisión tiene un fuerte carácter adictivo: ¿se ha
dado cuenta que a veces coge el mando a distancia y va surfeando por todos los
canales, y aunque nada le engancha, prefiere eso a apagarla?
Se
trata de sacar corriendo “esa loca” de nuestras casas. De lo contrario, al
final nuestros hijos se encontrarán a lo largo de sus vidas con las pantallas.
Se trata de ayudarlos a que no creen hábito ni dependencia de ella, a que la
controlen y no que ella los controle.
Que
nuestros hijos no tengan que ocupar su soledad o su falta de cosas interesantes
por hacer, con horas-pantalla. Y en este asunto jugamos un papel importante los
adultos, hemos de brindarles amor y compañía… que no nos remplazan por
pantallas, que somos mejor los seres de carne y hueso. Brindémosles horas de
calidad afectiva, aunque la vida moderna no nos permita prodigar muchas, sin embargo,
démosles tantas como podamos.
Enseñémosles
a ver programas según sus contenidos, que los hagan pensar, que brinden cultura
universal. Que cuando estén viendo la tele, de tanto en tanto dirijan sus ojos
a otro lugar diferente de la pantalla, para que no pierdan el sentido visual.
Que eviten ver programas o anuncios que asalten con una rápida sucesión de
imágenes; Que la pongan con el volumen bajo, para que no les afecte el nivel
auditivo; que cuando lleguen los anuncios disminuyan el volumen a off; Que lo
último que hagan en el día no sea ver la tele, porque el cuerpo estará con
muchos estímulos, lo que dificultara el periodo del sueño y finalmente, que no
se queden dormidos con la tele encendida.
Es
inevitable que nuestros hijos vean las pantallas pero si podemos evitar que
adquieran el hábito y la rutina de verla. La tele no debe ser una única
posibilidad de entretenimiento, sino una opción más entre un abanico de
alternativas.
Puesta
la “loca” en su sitio en nuestras casas, los niños nos demandarán cosas para
hacer, cajas, rollos, colores… lo que sea. Usted respire tranquilo, vaya,
búsquelos, suminístrelos, pues es el momento clave en que usted les dará nuevos
elementos e ideas de juego y ellos tendrán que acudir a su imaginación y a su
creatividad para pasarlo bien.
A
usted esto le puede parecer poco práctico, pues le demandara tiempo, pero lo
que está en juego es que su hijo con el paso del tiempo enfrente de las
pantallas de tele, quede sumergido en el mundo virtual e irreal de Matrix, es
decir, en el mundo de los imaginarios del consumo sin criterio, sin sentido…
después en la adolescencia costara mucho sacarlos de ahí.
Quizás
usted luego se quejara: “pero es que solo quiere que le compre cosas y ver la
“tele”. Y claro, si eso fue lo que usted dejo que le enseñaran a través de la
“tele” para que supuestamente fuera feliz.
Permitamos
que nuestros hijos construyan su propio mundo, aquel lugar irrepetible que está
en el interior de cada ser humano, en el cual podemos hacer sonar nuestra propia
música y ser nosotros quienes controlemos nuestra existencia y no que nos la
Citroen otros y ni siquiera nos demos cuenta.
(
* ) Advocada, Politóloga. Máster en projectes de ciutat de la Universitat de
Barcelona Directora de la Associació IMAGO www.imagocatalunya.org i Mare.
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