Son la encarnación de la vida.
Y testigas honradas que el cielo existe en el corazón de cada uno.
¡Son el paraiso que todos anhelamos y en lucha permanente alcanzamos y desechamos!
¡Madrecitas de todo el mundo navegad en el infinito mar de la felicidad, ahora y siempre!
Que el Dios del amor, sea vuestro fiel y mejor compañero.
(F.P.P, isla de Tumaco, mayo 8 de 2011- 1:20 a.m)
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