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¡El problema son los ricos, no los pobres!

Decimos de primero que el único comunista reconocido en la historia es Jesucristo y lo colgaron, después de torturarlo brutalmente el régimen de la época: El Imperio Romano. Es que compartirlo todo, sin guardar nada para si por puro amor, solo Jesucristo, ¡no nos echemos cuentos!

Tal vez el socialismo que es también una propuesta de compartir para que nadie se muera de hambre, tenga acceso a la salud, a la educación, al empleo, al techo, a la creatividad gozosa en plena libertad, pueda ser una alternativa digna de vida para el 90 % de los habitantes del planeta tierra sumidos en la miseria y la ignorancia, las plagas que nos azotan en todos los tiempos y las geografías del mundo.

El consenso universal -entre políticos, tecnócratas, académicos, investigadores, centros de pensamiento y de investigación, magnates como Billy Gates y el candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos Donald Trump, entre otros- es que el UNO % de la población mundial concentra la mayor parte de la riqueza.

EL PROBLEMA NO SON LOS POBRES SINO LOS RICOS DEL MUNDO.

Y los ricos o como los llamaba antes el asesinado Jorge Eliécer Gaitán: los oligarcas, no quieren, no pueden, o les importa un bledo la suerte de los desposeídos del mundo.

Ahora mismo como de costumbre, en América Latina se libra una feroz batalla por la posesión de la riqueza. Gobiernos progresistas enfrentan los ataques de la OPOSICIÓN -término genérico que oculta al uno % de los dueños materiales, económicos y militares de América Latina- los ricos pues, ¡dejémonos de vainas!

No se pueden desconocer algunos problemas sobre todo de orden económico que enfrentan los Estados latinoamericanos como Ecuador, Bolivia, Brasil, Venezuela, Uruguay, caracterizados por aplicar políticas públicas que le permitan vivir mejor a la pobrecía.

Sus políticas de subsidios para que los pobres accedan a plenitud de buenos servicios públicos, demandan grandes inversiones. Lo mismo ocurre con la cobertura y la calidad para que los sectores populares alcancen una educación pública de calidad y gratuita. Cuesta billete eso, señoras y señoras.

Y así en otros ámbitos claves de la vida ciudadana. Entonces se corre el  riesgo de sustraer recursos vitales para que crezca el aparato productivo y estas naciones que luchan por mejorar las condiciones de vida de millones de personas se ven enfrentadas a oligarquías apátridas que siempre están al servicio de la clase política norteamericana y corren el riesgo de ser ahogadas por tan buenas intenciones y propósitos.

 No basta querer favorecer el interés público sobre el particular, hay que encontrar las soluciones equilibradas que permitan el crecimiento económico con justicia social. En todo caso con el capitalismo eso nunca se logrará (el penúltimo capitalista, venderá la soga con la cual ahorcar al último, escribió Carlos Marx en su momento). Siempre los que tienen más continuarán concentrando  y amasando en sus manos la riqueza. El uno% lo comprueba en nuestros tiempos.

Es el concepto de pensadores libertarios de nuestra patria latinoamericana como Pepe Mujica -expresidente de Uruguay-, Leonardo Boff -el teólogo brasileño-, Lula da Silva -expresidente del Brasil, para citar algunos inmensos luchadores de la gran patria vislumbrada por José Martí.

A veces es necesario el sacrificio para lograr el desarrollo en el que quepan todos los pobres sin exclusión. Hablamos de comer lo indispensable, de vestir con sencillez y sobriedad, de contar con agua potable para todos, de vivienda con los espacios simples y necesarios para que la familia crezca solidaria y digna. No hablamos de sacrificar las libertades públicas bajo ninguna razón.

Hay que seguir en la tarea de construir desde abajo, desde el pueblo, la patria grande que nos merecemos y que estamos seguros somos capaces de edificar.






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