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Con la viga en el ojo ajeno

Los medios de comunicación latinoamericanos (cuyos propietarios, por regla general, son también los dueños de la riqueza nacional de sus respectivos países) hacen "escandola", sobre el fallo de la justicia venezolana en torno a la condena de 14 años impuesta al dirigente opositor Leopoldo López.

Reconocen que todavía le quedan varios recursos legales. 

Si somos parias en nuestro propio país, qué debemos esperar del resto del mundo, incluyendo USA. Cortesía EFE.
En cambio, cuando en el terrorífico mandato del entonces presidente Alvaro Uribe Vélez, se realizaron toda clase de arbitrariedades y se cometieron por ejemplo los llamados "falsos positivos" (miles de jóvenes inocentes asesinados vilmente), callaron o se limitaron a informar de manera intrascendente.

Mientras tanto en Colombia, los periodistas independientes son amenazados, violados, torturados, asesinados u obligados al exilio. Para no hablar de los miles de compatriotas que cada año continúan en la diáspora obligados por la necesidad de conseguir una mejor posibilidad de vida en otras regiones del mundo. 

Si bien es cierto, el presidente de Venezuela, dicho sea con respeto (fue elegido por votación popular),  tiene todo el derecho a organizar su país internamente, no por eso está facultado para tratar mal a los extranjeros que no quiera en su territorio, en especial a los colombianos.

Pero la verdad es que los colombianos somos hoy un problema no solo para los países vecinos, sino para la comunidad internacional, con honrosas excepciones, que por desgracia son la minoría.

El problema no son los otros. Es la realidad de exclusión y pobreza que vivimos la mayoría de los connacionales. Somos un país inequitativo, racista, permeado en la mayoría de sus sectores público y privado por el narcotráfico, la violencia y la corrupción.

TODO VALE ENTRE NOSOTROS. Es la divisa uribista que caló en el alma nacional.

La salida inicial la tenemos en los acuerdos de Paz con la guerrilla de las Farc. Es solo una parte de la solución. Mientras el 1% de la población sea la dueña de la riqueza nacional y los demás inventamos cada mañana la forma de alcanzar la cumbre del día, la guerra la continuará ganando la pobreza.

Tenemos una dirigencia pública y privada voraz, que solo piensa en sus exclusivos intereses, mientras la nación se desangra en la lucha por la sobrevivencia personal y familiar.

Es la cruda realidad. Es  ésta oprobiosa y miserable realidad a la que debemos darle la vuelta y ponerla boca arriba para que nos permita vivir en paz y en armonía. Ese es el desafío de los tiempos y la construcción de una auténtica democracia en la cual quepamos todos con dignidad. Es así de sencillo.
F.P.P.

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