Este viernes 7 de mayo se reinician las clases en Colombia, aunque persiste el descontento general entre el magisterio nacional.
Los trabajadores de la educación pública en Colombia quedaron inconformes, mientras el gobierno concentra la riqueza de la nación en pocas manos. |
El país le sigue apostando a la guerra, a la corrupción, al narcotráfico, a la captura del Estado por grupos especializados de contratistas que hacen y deshacen con el presupuesto de Colombia.
Mientras la presidencia de la república compra un avión moderno por más de 35 mil millones de pesos para uso de la primera dama y los congresistas aumentan sus salarios mensuales por cerca de 10 millones de pesos y cobran de inmediato, la mayor parte de los trabajadores de base a duras penas sobreviven con un salario mínimo.
Se recuerda que la burocracia estatal a nivel de mandos medios recibe ingresos mensuales por encima de los 4 y 5 millones de pesos; los altos mandos estatales tienen ingresos superiores a los 20 millones de pesos, con gerentes de empresas comerciales del Estado que están por encima de los 60 millones de pesos mensuales.
El gobierno nacional argumenta que no cuenta con recursos para nivelar los salarios de los maestros, los cuales son los peor pagados si se compara con otros países de Suramérica y con los más bajos ingresos comparados con otros profesionales también al servicio de la nación.
En definitiva, los educadores serán nivelados con 3 puntos porcentuales anuales, mientras la inflación según el Dane, supera el 4% en el presente mes de mayo.
El magisterio se somete profesionalmente a evaluaciones de diferentes tipos en el transcurso del año lectivo sin que hasta ahora las haya cuestionado o rechazado. Lo que ahora reclaman con justicia y legitimidad los educadores del estatuto docente 1278 es que las evaluaciones de competencias sean modificadas para ser diseñadas de manera pedagógica, académica y técnica por especialistas de la educación.
Es importante que en este punto preciso se analice la propuesta de las universidades Pedagógica de Bogotá (la que prepara y forma educadores), la del Valle y la de Antioquia, dispuestas a asumir esta importante tarea.
También se recomienda que la cartera de la Educación sea asumida por una persona con amplia formación y experiencia en el campo docente. Mientras sea un trampolín para aspirantes a la presidencia de la república o a la alcaldía de Bogotá, la educación pública en Colombia, seguirá al servicio de los intereses mercenarios y políticos de turno.
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