Por estos días la población
colombiana fue obligada a desprenderse
de su cotidianidad y dolores populares para entrar en un sueño de hadas que
nada tiene que ver con la belleza femenina- es uno de los sofismas distractores
que mejor funciona en la mente popular.
"... maniquies celestiales, sumisas a un formato decadente..." Foto El Colombiano. Reinado nacional 2013. |
Ser reina de belleza en Colombia
significa realizar cambios estructurales en el cuerpo de las interesadas,
empezando por adecuar sus carnes y encajarlas geométricamente en medidas
supeditadas a multinacionales de la cosmetología y farándula; igualmente, deben
modificar su verdadera identidad con transformaciones estéticas contrarias a la
natural belleza, modo de caminar, hablar, vestir, en fin; rechazando
tajantemente el paradigma femenino concebido desde la perspectiva del
capitalismo.
El jugoso negocio de producir
‘reinas’ a punta de bisturí y silicona cada vez toma mayor fuerza, no solo por
las seleccionadas a desfilar en pasarela sino por millones de mujeres,
desesperadas en semejarse a esas endemoniadas y sexuales figuras del molde
capitalista internacional, quienes desviven y obsesionan por acondicionar sus
músculos sin importar el destino que puedan tener después del quirófano. Y es
que el argumento no puede ser mejor: ‘hay que adelgazar, de lo contrario la
salud está en riesgo’, invento maquiavélico que en los últimos años ha
repotenciado la rentabilidad de la farmacéutica y cosmetología.
Niñas desde que tienen uso de
razón idealizan su figura humana con efímeras y fantasmales mujeres resultado
de sintéticos productos de la industria plástica; muchas obsesionadas truncan
sus aspiraciones reales por estos dogmas paralizantes de la sensatez,
auspiciadores del devorador apetito comercial de embusteros, explotadores de la
susceptibilidad y esencia femenina.
Miles de millones de dólares se
invierten y comercializan a raíz de esta seudo belleza, deleite de la
oligarquía, narcotraficantes y políticos del país. Entran como mujeres normales
y salen con las mentes trastornadas intentando vivir un mundo fantasioso,
propio de millonarios y beldades faranduleras.
Es evidente el involuntario
sometimiento de las féminas a un progresivo abuso psicológico, acolitado por
los medios masivos de comunicación, cuyo propósito simplemente es el desmedido
incremento de utilidades en favor de audaces empresarios del glamur.
El paradigma de la belleza
sintética ha tomado tanta fuerza en nuestro país, convirtiéndose en requisito
indiscutible para laborar en medios estatales y privados como la televisión, prensa
y empresas de contacto directo con el público. Certámenes como el pasado
‘reinado de belleza’ en nada promulgan la cultura o delicadeza femenina, por el
contrario, van lanza en ristre contra la personalidad y autoestima de la mujer,
recordando que las medidas perfectas
90-60-90 es la propuesta de los cirujanos plásticos, siendo afortunadas las de
un aceptable nivel económico, que no pasa del 1% de las mujeres colombianas;
las demás están obligadas al sometimiento mercantil y sacrificio moral-económico
con el objeto de lograr este anhelado propósito.
En las últimas dos décadas, el
impulso de las mujeres por conseguir el codiciado sueño de entrar al formato de
los maniquís, es tan poderoso que no deparan el riesgo físico de perder hasta
la propia vida. El deseo de la ‘belleza perfecta’ es una latente amenaza a la
verdadera liberación social, cultural y económica de este género humano.
Prácticamente se han convertido
en el ratón de laboratorio de los magnates capitalistas del mundo entero; un
mejor mercado que este no podrían encontrar. Estos reinados son una farsa de la
belleza.
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