TUMACOPOPOLO, presenta a sus amables lectores 3 minicuentos de nuestro director Fernando Pinzón Pérez, que forman parte de su nuevo trabajo literario: "Los tiempos del ruido".
La encuesta
Las encuestas privadas a diferencia de las públicas, dicen
que las cosas están cada vez peor. Yo las escucho en mi radiecito de pilas,
sentado en la silla plástica a la entrada de mi casa; entre tanto, pasa la
realidad nacional en caravana multicolora. Creo ver a un joven gallardo con la
camiseta puesta de la fiesta popular. Juraría que es igual a mí, solo que con
40 años menos. Está absorto en su ipad y
los audífonos le garantizan absoluta concentración. Decido ponerme las gafas
de grueso vidrio y me sumo al desfile. Ah carajo me digo, esta joda es como mi
propio sepelio. Claro, Ayer fui dado de baja de la realidad nacional, por estar en
desacuerdo con las estadísticas oficiales.
La tocata del rebusque.
La empresa
no aguantó más los permanentes asaltos a su camión distribuidor de bebidas.
Decidió contratar los servicios de vigilancia del centro policial, asumiendo el
riesgo de ser víctima de probables retaliaciones por parte de las bandas juveniles
que encontraron de esta manera la fórmula del rebusque diario. Le resultaba a
la larga más económico y se podía continuar trabajando porque de lo contrario,
tendría que abandonar la ciudad, como ya había ocurrido con la competencia que
se negó a pagar “la vacuna”, así llamaban
a sus exigencias de dinero “para dejarlos tranquilos”, los muchachos de la Banda
Sinfónica –tal vez porque sabían leer música-, aficionados a un ritmo tropical en boga: “La salsa” y de dos de sus cultores: Ricardo Ray y Boby Cruz, una
de cuyas canciones: Agúzate, estaba
pegando duro en la almendra del goce colectivo. Mientras del camión parqueado
con todas las de la ley se bajaba la preciosa carga, los dos jóvenes vestidos
de verde militar le brindaban seguridad, provistos con poderosas armas de largo
alcance de fabricación israelí y convencidos de que con su presencia bastaba
para disuadir cualquier otro intento de atraco. Aconteció que ensimismados en
sus celulares escuchando música, tan imprescindible para ellos como la comida o
la diversión, no escucharon los dos nítidos disparos, cada uno por detrás de la
cabeza, que los hundieron en las tinieblas de la tarde que agonizaba. Las autoridades
siguiendo la costumbre, iniciaron las pesquisas de rigor y según comunicado
oficial cuentan con una pista importante hallada en forma de partitura en “los móviles” de los finados para poder
judicializar a sus presuntos asesinos: “Agúzate
que te están velando”.
El Mero
El pueblo se arremolinó junto al Puente de El Morro, después
que escuchó el ulular de la sirena del
Cuerpo de Bomberos, llamando a la reunión. El puente con casi un siglo de
existencia y 173 metros de longitud, había resistido dos tsunamis, a los
contratistas del Estado, los gobernantes y en general a la fauna política. Se
consideraba un lugar seguro e ideal por tradición para los encuentros
populares, donde se tomaban las decisiones fundamentales comunitarias. El asunto
no parecía muy complicado en esta ocasión. Los pescadores y algunos turistas
aseguraban que en las aguas del mar Pacífico, y con mayor exactitud debajo del
centenario puente aleteaba un monstruo marino de por lo menos tres metros de
largo. Lo llamaban El Mero y los que lo habían escuchado se sobrecogían de
terror y abandonaban el mar de inmediato. Varios relatos aseguraban que podía
engullir sin mucha dificultad un hombre de hasta 1.80 centímetros de estatura.
Por eso la comunidad, bejuca con los manejos corruptos del alcalde, en esta
mañana quemada de sol, acordaba en consenso tirarlo desde el puente para que El
Mero, cobrara justicia social en su nombre. Se supo que el alcalde sobrevivió
aunque renunció al cargo de por vida. Desde entonces otro de los relatos acerca
del enorme pez, asegura que al mitológico animal, no le gusta el sabor a estiercol.
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