La destitución del presidente de los paraguayos, así lo llama su pueblo, un verdadero golpe de estado parlamentario -lo dijo en su momento TumacoPopolo-, fue replicado a su manera, por el Congreso de Colombia.
Solo que aquí, no nos dejamos, comenzando por el presidente Santos Calderón, quien actuó de inmediato como auténtico gobernante popular defendiendo los sagrados valores de la nación.
La revocatoria del mandato del bloque parlamentario de "asaltantes a la democracia colombiana", no solo es un acto de justicia, sino un ejemplo de dignidad, valor y de entereza nacional.
Solicitarle al exministro de Justicia Juan Carlos Esguerra, que se retirara del recinto donde deliberaban para su beneficio, los honorables congresistas, es haberle solicitado al pueblo de Colombia que se hicera a un lado porque ellos estaban en lo suyo y no necesitaban testigos.
Uno de estos "patriotas", el doctor Eduardo Enríquez Maya, senador conservador pastuso, no se puede desconocer que posee altas calidades académicas e intelectuales. En sus intervenciones aderezadas con citas de los clásicos, siempre funge como un transparente, estudioso y honrado parlamentario, favorecedor del interés público.
¿Estaría dispuesto a reconocer su tremendo gazapo jurídico, ético, político, social, cultural y educativo?
¿Tendría el coraje y la dignidad de renunciar a su investidura parlamentaria, por el timo perpetrado contra la nación colombiana y asumir como cualquier ciudadano común y corriente su defensa ante los estrados de la historia?
El pueblo nariñense y en especial el tumaqueño, tiene sembrado a lo largo de la historia nacional un conjunto de actuaciones, hechos, actividades, resoluciones, decisiones, motivaciones, que dicen bien de su gallardía, prosapia y acendrado patriotismo. Siempre la patria por encima de toda suerte de mezquindades, avivatadas o transfugadas.
En estos tiempos de piedra y cara-duras, -¡Que horror la exministra Marta Lucía Ramirez, una sin vegüenza digna de su jefe político!- ojalá un hijo nariñense, ungido con el mandato popular por un significativo grupo de sus coterráneos, nos muestre que la autocrítica, la honradez, la hidalguía y la decencia, son atributos que siguen a la orden del día entre todos nosotros.
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