Lleva varios años con la responsabilidad de entregar los dineros que la empresa chancera Apuestas Unidas de Colombia, para la cual trabaja, envía cada mañana a consignar con él, en el Banco de Colombia de Tumaco.
Su otro oficio es de rezar todos los días en la iglesia de su barrio, pues es católíco, apostólico y tumaqueño. Es bien conocido en su sector. Sus padres ya están muy ancianos o como dicen ahora para ocultar los años: son de la tercera edad.
El otro día -antier- salió a la radio local para implorar al comandante de la Policia Luis Eduardo Soler, que "no lo echara al agua", puesto que él, "Don Chepe", se considera un hombre de trabajo que no le hace daño a nadie.
Puso por testigos varias veces, a Dios y a la Virgen Santísima, de los cuales es máximo devoto y lleva tiempo -casi toda su vida- rezándoles.
Es más, los invocó para que ilumine al coronel Soler y le ayude a encontrar a los malvados que se llevaron los 70 millones de pesos que le mandaron a depositar al Banco y que se los quitaron cuando estaba a punto de consignarlos. Contarles que lo que si se le disparó fue la presión -de la que sufre-.
"Me pusieron una pistola grandota de verdad en el pecho, que del solo susto casi me mata", recordó angustiado "Viejo Chepe", que así le dicen también, algunos devotos fieles.
Coronel -le dijo al aire radial- por favor, yo soy una persona honrada, nunca le hice daño a nadie. Ayúdeme, que Dios y la Virgen, lo premiarán.
La gente del barrio, los que lo escucharon y los que ahora leen esta nota, deben estar conmovidos. Quien lo escribe también. No voy a citar testigos en su favor. Su vida de hombre de Dios, lo certifica en este infierno terrenal y en el cielo, porque allá debe ir cuando le toque a "Don Chepe", eso sí, con la frente en alto.
Nosotros también le solicitamos con respeto al coronel Soler, hombre cumplidor de su deber, que nos ayude a clarificar la situación de "don Chepe".
"Don Chepe", él no tiene la culpa de que haya tanto bandido suelto en La Perla del Pacífico. Y gracias a Dios y a la Virgen Santísima en Tumaco, todavía quedan hombres buenos.
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