Por: Fernando Pinzón Pérez
El reciente mensaje a la nación del presidente Juan Manuel Santos Calderón (lector avisado y bien asesorado de la novelística clásica y contemporánea) deja claro que su gobierno frente a la dantesca realidad nacional, prioriza la ayuda humanitaria del Estado a los conciudadanos afectados de manera inclemente por los desbordamientos de la madre natura.
Los desembolsos directos a los entes territoriales y a las familias damnificadas por la ola invernal, cercanos al billón de pesos, son una política clara y contundente para acudir en ayuda de más de 2 millones de personas sumidas en la desesperación por la falta de techo y comida.
El convenio suscrito por el jefe del Estado con la Iglesia Colombiana para coadyuvar en la transparente distribución y utilización de estos recursos públicos, son también un indicador de la disposición oficial de combatir la corrupción y garantizar la eficiente, oportuna y honrada entrega de los mismos.
Creemos que todos los que habitamos este país y tenemos el deseo de salir adelante, debemos construir de consuno una nueva etica social donde el RESPETO POR LA VIDA, SEA NUESTRO MAYOR COMPROMISO NACIONAL. Comencemos por no permitir que se pierda un sólo peso de los destinados a subsidiar la tragedia que anega a miles de desprotegidas familias en diferentes regiones de la patria. Es responsabilidad de todos.
Más allá de un aguacero (Y es vital la propuesta del gobernador Serpa) necesitamos un mar de solidaridad y un arcoiris de amor en cada corazón colombiano.
No olvidemos a nuestros miles de damnificados del río Mira, cuya tragedia ocurrió hace dos años y esperan soluciones definitivas. Sabemos que el proyecto de las 1.400 viviendas de interés social que cuenta con el aval del gobierno nacional, recibió un empujón crucial en reciente reunión ministerial a solicitud del alcalde de Tumaco, Neftalí Correa. Que ojalá quede como una política oficial si no se alcanza a iniciar su primera etapa en lo que resta de la actual administración. El hambre no tiene color político. ¡Que tan vigente el Dr. Jorge Eliecer Gaitán!
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