La dinosauria clase
política de Tumaco,
despierta de su profundo sueño
político-burocrático cuando escucha los dulces tambores del: “Quítate tú pa ponerme yo”, esto es, cuando se puede dar la
oportunidad de capturar por cualquier medio lícito o ilícito, el despacho de la
alcaldía municipal, o de la respectiva gobernación de donde se reparte y se
hace feria del tesoro y la contratación pública, los empleos, en suma de la
llamada mermelada oficial con la cual se premia a la parentela y a los
seguidores más fieles.
La prehistórica clase
política de Tumaco,
hinchada a reventar por el sistemático
saqueo de los recursos materiales, financieros, fiscales, en dos palabras del
Presupuesto Municipal que usa para su exclusivo beneficio, despierta solo para
continuar atragantándose con los dineros que le corresponden a la comunidad
tumaqueña en permanente lucha por alcanzar su truncado desarrollo
socio-eonómico con justicia social.
La momificada clase
política de Tumaco, despierta y ruge en íntima alianza con sus
pares de la ciudad de los Pastos porque es mucho lo que se reparten sabiamente
entre ellos y a duras penas dejan caer migajas a los pueblos andinos y
costeños; no se conmueven de verdad con los miles de desplazados nariñenses por
el bárbaro conflicto armado padecido durante los últimos 52 años, ni con los
miles de asesinatos ocurridos en esta parte del país, ni con los desaparecidos,
ocultos felizmente por el manto de la impunidad pública.
Nuestra antediluviana
clase política pastusa-tumaqueña, bendita por la mano endiosada del exprocurador luciferino,
llena a reventar con los dineros públicos, vuelve al sueño de los justos porque
la fiesta por la PAZ, la vida y el
sí al plebiscito, no les va ni les viene, es un asunto exclusivo para los
pobres diablos de la costa y de la sierra y del resto de la nación.
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