Del escritor José Luis
Díaz-Granados
El poeta José Luis con su entrañable amigo y primo, el maestro Gabo. |
Después de releer los
innumerables escalones de versos luctuosos en los que el poeta chileno recrea
las barbaridades cometidas por esos especímenes imperiales que con obsoletos
sistemas extraían de las entrañas de la tierra las infinitas mareas de aceite
negro, de cobre limpio o de radiantes frutos verdes, y que luego convertían los
terrenos en deshechos podridos y en sobras harapientas, cubriendo de desolación
y baba maligna la frescura de nuestros suelos fértiles, volvemos los ojos a la
realidad actual y nos encontramos con los terribles daños ambientales que
ocasionó la Texaco-Chevron y que con cinismo abominable quiere revertir las
culpas y las multas precisamente a quienes explotó y contaminó.La bárbara explotación del petróleo en
Para "colmos de peras en
el olmo", la empresa multidepredadora ---responsable del derrame de 71 millones
de litros de residuos de petróleo y 64 millones de litros de petróleo bruto en
más de 2 millones de hectárea de la geografía ecuatoriana---, tiene la
desfachatez de pretender que el pueblo ecuatoriano pague lo que su codicia e
insensatez provocó en el territorio amazónico.
A todo lo largo y ancho de
Nuestra América, es deber de cada uno de sus habitantes, enterarse a fondo y de
manera detallada de este inicuo episodio imperial. Debemos hacerlo a través de
los informes difundidos por el gobierno ecuatoriano, los discursos y denuncias
del presidente Rafael Correa y los documentos emanados del Ministerio de
Relaciones Exteriores y Movilidad Humana, para que de una vez por todas
denunciemos ante las conciencias limpias y nobles del mundo este atropello de
la serpiente excavadora y devastadora contra la hermosa primavera soberana de
nuestro hermano país.
Tomado de “libros y Letras”,
que dirige Jorge Consuegra.
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