La noche sabatina estaba cubierta por un espeso frío que subía al puente del Morro desde las entrañas del mar Pacífico. El viento estaba estacionado a las afueras de la bahía.
Como de costumbre las discotecas de la llamada zona rosa tronaban desaforadas. No hacen caso de encerrar sus ruidajes musicales. Son ciento cincuenta metros infernales donde se compite a ver quien hace más ruido y deja sordo al otro.
De las entrañas del mar subía un viento helado como de parca... |
Al despuntar la medianoche como una inmensa bolsa que se rompe incontenible, el cielo arrojó toda su carga acuífera. La lluvia impenitente cayó sobre la manglaria y logró amortiguar el desorden musical.
Hubo como un recogimiento general y la isla amaneció flotando entre sus aguas mayores y menores.
Ahhh... la vida continúa en la manglaria, es otro día con sus sueños, ilusiones y esperanzas.
(F.P.P, isla de Tumaco, marzo 13 de 2016).
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