Son múltiples razones las causas. Tal vez una de ellas sea que los colombianos están cansados de una guerra inútil y fratricida, que empobrece a la mayoría y beneficia a unos clanes o élites, enquistados en la burocracia, la política, la iglesia, el ejército y los medios de comunicación.
Es seguro que si se consulta a los colombianos si están de acuerdo con la paz, todos respondan que si.
La diferencia de opiniones -algunas rayan en el crimen y la locura- estriba en la forma de conseguirla.
Las elecciones de ayer domingo 25 de mayo, muestran que la salida militarista tiene el concurso de una minoría significativa dentro de los que concurren a sufragar.
Muy cerca, hablando en términos electorales se haya la otra propuesta liderada por el Presidente candidato: un acuerdo negociado con la guerrilla para encontrar la paz.
Sin embargo, los ciudadanía mayoritaria en Colombia, no cree en las dos propuestas.
Con todo, opinamos nosotros, que si la alternativa es la guerra, nuestra patria encabestrada por la delincuencia de cuello blanco continuará sumida en el más horroroso baño de sangre, DONDE TODO VALE, como se comprueba cada día, en especial en los últimos 10 sangrientos años, bajo el régimen organizado por el señor Uribe Vélez
Hoy estamos frente a la disyuntiva.
El lugar común afirma, que es mejor un mal arreglo, a continuar con el problema.
La Paz que reclama la nación colombiana pasa por la redistribución equitativa de la riqueza material para que todos tengan derecho a una vida digna.
Educación y salud de calidad para todos; empleo productivo y bien remunerado, recreación y acceso a la cultura, son bienes consustanciales de los que deben gozar los asociados, sin perversas y odiosas exclusiones.
Mientras sigamos siendo uno de los países más inequitativos del mundo, siempre habrá mucha gente que proteste y reclame. Eliminarlos no es la solución democrática.
Por ahora, consideramos preferible apoyar un mal arreglo y salir del problema que tanta ruina, pobreza y muerte nos deja a los colombianos.
Solo necesitamos una conciencia nacional bien formada y una mejor dirigencia para encauzarla, como escribió en su momento Gabriel García Márquez.
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