Ecopetrol y El Tiempo realizan taller digital en Tumaco

¿Y si nos dan otra vez en la torre, qué haremos?

 “Mi madre, nos dieron otra vez en la torre”, gritó Cristino Quiñonez, un septuagenario pescador del barrio Panamá, a quien el mar Pacífico todavía no jubila.

También hubo cacerolazos y marchas de protesta en la Perla del Pacífico.
Tumacopolo.
Lo mismo que Cristino piensan viejos y jóvenes en la isla de Tumaco, cuando se presentan ahora “los apagones”, producto del ataque con poderosos explosivos a la infraestructura eléctrica de la región.

No son nada nuevo en esta olvidada parte del mundo que se vuelve noticia nacional cuando la sumergen en la oscuridad a las malas, esto es, a punta de explosivos que los grupos subversivos operan a sus anchas, sin que haya poder divino o humano que los pueda controlar.

Son tantas “las voladuras” como las llama la gente, que hasta Cedenar, la empresa responsable del suministro del fluido perdió la cuenta.

La nueva andanada de atentados dinamiteros arrancó el fatal miércoles 2 de octubre pasado y cogió a la comunidad tranquila y contenta, aun en medio de la secular pobreza y con los más deficientes servicios públicos –agua y luz- pero funcionando aunque a los trancazos.

Las clases se realizan en medio del conflicto. 
Tumacopopolo
Transcurrieron 14 días con sus noches en el rebusque del agua y la luz. Los abuelos desenterraron los pozos de la memoria y se comenzó a compartir el agua salobre –casi cristalina- extraída de las entrañas de la tierra. Los bomberos voluntarios aprovisionaron sus carrotanques en el acueducto y repartieron hasta donde pudieron en los rincones más necesitados del puerto. Las empresas que procesan y envasan “el preciado líquido”, hicieron su octubre. Lo mismo los productores de hielo.

Y para completar la sed, esta región con una de las más altas pluviosidades del mundo, no dejó caer durante estos días de sequía, una sola gota de agua como si el cielo se hubiera secado para siempre.

Las velas, las veladoras y los velones aparecieron en las puertas y ventanas de los hogares pobres de Tumaco, mientras los pudientes ensordecieron la noche con sus insomnes plantas eléctricas.

Tumaco durante esta emergencia eléctrica y acuífera, se convirtió desde temprano en la mañana y hasta bien alta la noche, en el mayor  e insoportable concierto del ruido producido por las plantas eléctricas, que compiten de frente en cantidad e intensidad con las motocicletas que pululan por doquier en “La Perla del Pacífico”.

La gasolina para el funcionamiento de estos pequeños monstruos del ruido escaseó. Se volvió aún más imprescindible y comenzó el rebusque de la reventa que le dio trabajo temporal a la legión de desempleados jóvenes que crece cada día como la espuma del mar de los tumaqueños. Hasta del vecino Ecuador llegaron las canoas escondidas del contrabando. fue la gran fiesta general del rebusque popular. Por las esquinas brotaron pequeños surtidores que atenuaban las inmensas colas de las gasolineras.

Y se crearon también pequeñas empresas como la de "Aquaman", un solicitado hombre de 38 años, con dos familias por mantener cuyo nombre de cédula es Manuel Ortiz, quien con motobomba (para el agua) y su pequeña planta eléctrica ( para generar corriente) y varios metros de manguera plástica, como si fuera un mini acueducto ambulante, surtió de agua a la super poblada zona lacustre del puerto, "a 200 pesos el galoncito pana, no más".



Hasta Cedenar perdió la cuenta de las torres voladas.
 Tumacopopolo.

El Miércoles 16 de octubre se hizo el milagro oficial de restablecer el servicio eléctrico. La dicha duró tres días porque el viernes a las diez de la noche: “Otra vez nos dieron en la maldita torre”, vociferó llenó de piedra ardiente como un volcán, el viejo Cristino que se alistaba para salir de pesca. Fueron necesarios 5 días más, hasta el 23 de octubre para que Tumaco contara otra vez con el fluído eléctrico. 

El nuevo milagro oficial retrasado ocurrió hacia las 7 y 10 minutos de la noche, 30 minutos después de que el presidente Santos, varios de sus ministros y la cúpula militar retornaran a Bogotá, dejando encargado de encontrarle solución a los problemas de Tumaco, al Consejero Nacional para la Seguridad, Francisco José Lloreda.

Justo en este momento se produce otro apagón, ¡por los mil Cristinos del diablo! ¿Qué irá a pasar?
La tarde de la visita del presidente Santos a Tumaco, grupos de jóvenes recorrían exaltados las calles de la ciudad, dispuestos a demolerla bajo la furia de su descontento. Para sosiego de todos “llegó la luz”.

Ahora también restablecieron pronto el suministro. Fue un breve apagón porque están reparando sectores donde se robaron los cables para venderlos por el alto precio que tiene el cobre del cual están hechos.

Fue un pequeño susto. ¿Y si nos vuelven a dar a todos en la torre?

Fernando Pinzón Pérez. Tumaco Octubre 25 de 2013


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