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"Hay que reducir la inseguridad y la corrupción a sus justas proporciones"

Opinión.
Por: Fernando Pinzón Pérez

La gestión  del expresidente Álvaro Uribe Vélez  recibió buen apoyo en su primer período. Sin embargo, sectores independientes de la academia, la cultura, la prensa, organizaciones sociales, dirigentes cívicos, el sindicalismo, algunos partidos como El Polo y el Liberal, se mostraron cautelosos y sobre todo El Polo ejerció una lúcida oposición que permitió arrojar luces sobre acciones estatales tenebrosas y encubiertas que adelantaba este régimen, que practicamente eclosionó en su segundo mandato.

Decir hoy, cuando el mismo expresidente con el paso del tiempo y  ante el peso insoportable de toda clase de entuertos oficiales cometidos durante su administracción, se va quedando sin voz, sin amigos, sin respeto ni credibilidad, no causa asombro entre la nación, ni vergüenza entre sus seguidores.


Ayer, era casi un crimen criticar al señor Uribe, hoy, es casi una pérdida de tiempo y algunas personas se limitan a responder encogiéndose de hombros: "Que pague sus fechorias, para eso está ya en  la mira de la  Corte Penal Internacional".

Lo cierto es que el doctor Uribe se dedicó con alma, vida y sombrero a darle chumbimba a la insurgencia. "Los redujo a sus justas proporciones", como era el querer de su patrón, el finado expresidente Julio Cesar Turbay Ayala, quien en forma pragmática aceptaba que la corrupción no era posible acabarla, sino reducirla.

Fueron 8 años de reducción de la delincuencia. El Dr. Uribe logró medio acorralarla. Muchos salieron del monte e inundaron la ciudad.

Fue bueno para los finqueros mayores de Colombia. El problema lo tenemos mayúsculo en las ciudades. Ahora funcionan con la tradicional guerra de guerrillas en el campo y practican toda suerte de delitos en la ciudad.

El costo de estos 8 años todavía no está bien tasado. Lo que si, es que la corrupción llegó a tales niveles que los colombianos ahora si es cierto: YA NO CONFIAMOS NI EN NUESTRA PROPIA SOMBRA.  Gracias señor expresidente Uribe, usted merece ser condecorado como el hombre más decente, culto, capaz y mejor padre de familia de Colombia.

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